REENCUENTRO CON COMPAÑEROS OQUENDIANOS EN SAN MARCOS
Escribe: Gloria Mendoza Borda LOS ANDES 27 oct 2013
El 4 de octubre de este año quedará en la memoria porque marca un momento importante en la literatura puneña para conversar sobre narrativa y poesía en un acercamiento a las literaturas regionales. Éramos ocho escritores convocados por la profesora universitaria y estudiosa Guissela Gonzales Fernández en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos con la asistencia de profesores universitarios, estudiantes, escritores y puneñistas.
La sala Alfredo Torero Fernández de Córdoba estaba llenísima. Nuestro imaginario literario tiene mucho que ver con nuestro proceso local, regional y nacional de nuestra historia literaria en todas sus diversidades.
Pude gozar con la participación de cada uno de mis compañeros demostrando además bastante humor, aplomo, el doble sentido metafórico, estético y amical, característica genial en los escritores puneños.
El destacado escritor Feliciano Padilla habló sobre la nueva narrativa puneña y su proyección nacional; Boris Espezúa con mucha solvencia se refirió al proceso histórico de nuestra poesía, en un acto especial saludó la presencia de su hermano Dorian con mucha razón porque estamos hablando de un teórico de la literatura peruana; nuestro joven narrador, amical e intenso, Christian Reynoso, conversó sobre su nueva novela y cómo el lago tiene la capacidad de transmitirnos su magia); Alfredo Herrera, acababa de llegar de Cartagena, tan solo al ver su rostro encontramos un mundo subterráneo lleno de humor, contó sobre su inutilidad con la palabra, la sorpresa de su familia desde esta inutilidad, hasta que Ganó el Copé lo hizo sentir un poco útil.
José Luis Ayala también recurrió a contar historias macondianas de zona aymara otro mate de sorpresa, con esa voz tan suya al escucharlo siento que la literatura puneña es signo de respeto y orgullo nacional; Omar Aramayo del mismo modo transmitió su lectura personal de la literatura puneña, además leyó un bello y extenso poema al beso, muchos de los participantes lo nombraron como uno de los importantes poetas de la literatura peruana; José Paniagua Núñez nuestro decano poeta del sombrerito dijo “yo soy el que más reconocimientos tiene…”, usa un tono emocional y al mismo tiempo contestatario, mi respeto a este poeta tan carismático. Para mí fue grato conocer a una joven investigadora de la literatura de provincia, Yaneth Sucasaca.
Casi al finalizar los años 60 cuando entré al grupo oquendiano, los entonces jóvenes poetas de mi generación se llamaban con mucho cariño “cholo”, “chato”, vestíamos con ropas que tienen que ver con una andinidad vanguardista, reían, se molestaban, todos éramos hermanos, físicamente nos caracterizaba una delgadez en comparación al momento actual. Se hablaba de Oquendo, de poetas como Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, Verlaine, tiempo címero en nuestra literatura, recorríamos pueblos, la poesía salía a las calles, no teníamos odios, respetábamos a nuestros antecesores como Arturo y Alejandro Peralta, Aurelio Martínez, Luis de Rodrigo, Dante Nava, los tres “emilios”, Ernesto More, Mateo Jaica, Federico More, Efraín Miranda, sin olvidarme de mi amiga hasta el final de sus días Mercedes Bueno Morales. Al empezar los 70 viajé a Cusco para iniciar mis estudios universitarios, encontré un clima absolutamente distinto en sus jóvenes poetas, se hacían venias, se llamaban poetas con sumo respeto, entonces yo pensaba en la “locura genial” de mis contemporáneos puneños tan distintos. Los amigos de Cusco estaban atentos a los procesos sociales, allí venerábamos al Che Guevara, hablábamos con admiración de Luis de la Puente Uceda, eran otros los paradigmas. Yo también asistía a las movilizaciones estudiantiles con “kausachun Cusco kausachun” en tiempos de Velasco Alvarado, y de pronto aparecía entre la inmensa mancha de estudiantes universitarios un joven delgado, de ojos grandes y pestañas llamativas, Vladimir Herrera, con una banderola negra, tenía que ser puneño, rompía con mis nuevos esquemas. Vladimir era compañero mío de clase en Letras con unos maestros como Luis Nieto Miranda, Gustavo Pérez Ocampo, teníamos otra memorable compañera de clase, la conocida antropóloga y escritora Carmen Escalante.
Pasados casi 45 años al recibir la invitación de San Marcos soñé con una foto junto a mis compañeros oquendianos provenientes de un tiempo de militancia límpida, aquí sencillamente hay un homenaje a la literatura puneña y peruana, tomé de los brazos a mis amigos y los flash fueron interminables. La foto corrió por las redes hasta Tulio Mora escribió que era una foto histórica.
La misma noche el Club Departamental Puno nos llevó a su local bajo el liderazgo de su presidente el doctor José Ormachea Frisancho y el señor Bruno Medina que hizo de maestro de ceremonia. Nos homenajearon en un ambiente literario-religioso, mágico, nueva virgen, santa, cirios, más aspirantes a santos. Nos dieron una Santa Cena. Fue una velada muy afectiva. Cada escritor intervino haciendo breve testimonio en la literatura. Bello el coro. Un regalo para cada escritor. Sé que no somos todos, debe ser difícil reunir a todos. Somos depositarios de la memoria colectiva de los pueblos, nuestra ética y respeto debe ser una razón de vivir. Hemos puesto atención a este diálogo y la interacción multicultural, intercultural para que se conozca esta diversidad de los que hacemos, de lo que escribimos, de lo que vivimos, además de los que no piensan como nosotros, igual dentro de la misma diversidad respetamos todas las posibilidades y realizaciones en este proceso cultural latinoamericano y la importancia de los estudios regionales. Bravo Puno.
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