MURIÓ POETA JULIO ABELARDO LUZA
PRESENTE HASTA SIEMPRE
ABERLADO LUZA (1945 -2014) Uno de los poetas más importantes de Puno, que radicaba en Arequipa, recibió un justo homenaje en la Casa de los Tenientes Gobernadores de Huancané destacando su compromiso con las letras manteniendo la esencia de Puno en cada verso. En el año 2013 se realizó el VII Coloquio Literario y homenaje a este importante escritor, en el marco de las celebraciones de los 186 años de creación política de Huancané. Aquí compartieron los poetas José Paniagua Núñez (Jóspani), Juan Luis Cáceres Monroy (Cátulo), Percy Zaga Bustinza, Leoncio Felipe Mamani Coaquira, Ángel Gabriel Apaza Mamani, Fidel Mendoza Paredes y Fernando Chuquipiunta Machaca, entre otros destacados escritores. La generación del 70 en el hermoso paraje de Puno tiene como voces importantes en Puno a José Luis Ayala, Gloria Mendoza Borda, Omar Aramayo, Percy Zaga Bustinza, Gerardo García y Serapio Salinas, destacando también Julio Abelardo Luza Gironzini quien hoy adelantó sus pasos de la vida al encuentro con el altísimo. Nos deja su obra: “Las manos vacías”, “Tambores pluviales”, “Pukuy”, “Tierra íntima”, “Elogio a la danza”, “Ver y hablar”, “Eternidad y canto”, mientras ella exista, Abelardo Boza siempre estará presente. Hasta pronto Abelardo. (Luz Vilca)
Julio Abelardo Luza Gironzini(Huancané-1945) hace algunos años llamó la atención de la crítica oficial con Tambores Pluviales, un maravilloso libro, audaz, y de corte vanguardista que reveló a una de las voces más complejas y vitales de los 60s-70s; a través de un extenso y escarpado proceso creativo. Ahora, con Eternidad y Canto, un poemario que denota una búsqueda en los caminos de la consciencia para expresar emociones impregnadas en su ser a través de los caminos que le toca vivir a cada hombre. Ahora, su voz, está mucho más madura y comprometida con la expresión ideo-estética. “Cuando escribo poesía encuentro algunas vetas temáticas que me permiten desarrollar metafóricamente —digamos— exploraciones emocionales. Sin embargo, con el tiempo esas vetas tienden a confundirse. Porque el poeta es, al mismo tiempo, artesano, arquitecto y genio de la palabra. Cada palabra es como un ladrillo, si no está colocado en el lugar preciso la construcción poética se cae; pero, al mismo tiempo, tiene sensibilidad para que suene bien, para que se vea bien, y si se pudiera tocar el poema es decir si pudiera tener una dimensión más sería algo fantástico; así “Tambores Pluviales”, que en un inicio representó, como un juguete recién descubierto, se fue constituyendo en un desafío, en un proceso de experimentación; eran poco menos que improbables articulaciones, pero luego el libro se fue decantando hacia las figuras que prevalecieron, después de cada intención y ejecución, de manera general que, fuera de tener un edificio e ir de habitación en habitación, en la que se encontraran cosas nuevas cada vez. Eso no implicó que la estructura básica que podría llamarse antológica no se perdiera, ni que se sintiera que existe un recorrido por diferentes caminos poéticos, algunos amigos de la crítica sostienen que es una arquitectura verbal. De “Las Manos Vacías” su libro inicial, nos dice que “tuvo una génesis similar, pero donde el sujeto lírico se hizo con las fibras del alma”, asegura el poeta Julio Abelardo Luza.“Para la selección de los textos seguí dos criterios: el gráfico y el conceptual. El primero implica evaluar qué tan bien te ha ido en ese corpus dimensional que tiene todo poeta: de hacer imágenes con palabras. Se pueda pensar que la unidad de valor en la poesía es el poema, no la obra, porque hay poemas que identifican al poeta, por ejemplo “Los Heraldos Negros” nos hace pensar rápidamente en Vallejo o el “Poema veinte” en Neruda, pero el poeta se debe a su obra como una integridad, me refiero al texto completo de un libro. Lo mismo un poeta puede escribir muchos libros y lo identifica uno, como en el caso de García Márquez con Cien Años de Soledad, o Vargas Llosa con La Ciudad de los Perros, no siendo su obra cumbre. El segundo criterio pasa por ver de qué manera los poemas se apoyan entre sí de tal manera que se configura un cordón umbilical, una caja de resonancia que les permite potenciarse unos con otros”, reflexiona el autor.Las descripciones son el elemento básico del libro, y Julio Abelardo Luza Gironzini apela en ellas a todo su talento poético conjugando imágenes, metáforas y símiles con elaborados juegos verbales y un verdadero virtuosismo en el manejo de la retórica. Estas extensas y deslumbrantes descripciones mantienen siempre la frescura y el espíritu lúdico propio de la juventud de los liróforos celestes. Dicho de otro modo, Luza Gironzini recoge estas influencias espirituales, aparentemente contradictorias, para crear a partir de ellas una obra personal, original y valiosa. De la misma manera, sus poemas engarzan las dimensiones líricas, llenas de caligramas dedicadas a la vida y a la esperanza, pero escritos, esencialmente, con una luz poética distinta y renovadora. (Fernando Chuquipiunta Machaca)
Lo recordamos con la característica boina negra, la barbilla encendida de poesía y la dulzura de su rostro mágico, hermano nuestro en las letras, no puedes haberte ido, dinos que estás allí en la compuerta de Pecosani danzando al compás de los sicuris, dinos sobre la poesía que empezaste a escribir en Huancané y tu padre fue nuestro maestro para siempre, dinos algo, no te vayas tan pronto. No. Hace pocos años en un consultorio te sentaste aguardando al médico, cerca a ti estaba mi hermana mayor Alcira, tu compañera de salón en colegio, ella estaba muy mal, inicialmente no se reconocieron, los dos se sorprendieron, ella se fue hace más de dos años. Julio Abelardo fue un poeta de mi generación. (Gloria Mendoza)ABERLADO LUZA (1945 -2014) Uno de los poetas más importantes de Puno, que radicaba en Arequipa, recibió un justo homenaje en la Casa de los Tenientes Gobernadores de Huancané destacando su compromiso con las letras manteniendo la esencia de Puno en cada verso. En el año 2013 se realizó el VII Coloquio Literario y homenaje a este importante escritor, en el marco de las celebraciones de los 186 años de creación política de Huancané. Aquí compartieron los poetas José Paniagua Núñez (Jóspani), Juan Luis Cáceres Monroy (Cátulo), Percy Zaga Bustinza, Leoncio Felipe Mamani Coaquira, Ángel Gabriel Apaza Mamani, Fidel Mendoza Paredes y Fernando Chuquipiunta Machaca, entre otros destacados escritores. La generación del 70 en el hermoso paraje de Puno tiene como voces importantes en Puno a José Luis Ayala, Gloria Mendoza Borda, Omar Aramayo, Percy Zaga Bustinza, Gerardo García y Serapio Salinas, destacando también Julio Abelardo Luza Gironzini quien hoy adelantó sus pasos de la vida al encuentro con el altísimo. Nos deja su obra: “Las manos vacías”, “Tambores pluviales”, “Pukuy”, “Tierra íntima”, “Elogio a la danza”, “Ver y hablar”, “Eternidad y canto”, mientras ella exista, Abelardo Boza siempre estará presente. Hasta pronto Abelardo. (Luz Vilca)
Julio Abelardo Luza Gironzini(Huancané-1945) hace algunos años llamó la atención de la crítica oficial con Tambores Pluviales, un maravilloso libro, audaz, y de corte vanguardista que reveló a una de las voces más complejas y vitales de los 60s-70s; a través de un extenso y escarpado proceso creativo. Ahora, con Eternidad y Canto, un poemario que denota una búsqueda en los caminos de la consciencia para expresar emociones impregnadas en su ser a través de los caminos que le toca vivir a cada hombre. Ahora, su voz, está mucho más madura y comprometida con la expresión ideo-estética. “Cuando escribo poesía encuentro algunas vetas temáticas que me permiten desarrollar metafóricamente —digamos— exploraciones emocionales. Sin embargo, con el tiempo esas vetas tienden a confundirse. Porque el poeta es, al mismo tiempo, artesano, arquitecto y genio de la palabra. Cada palabra es como un ladrillo, si no está colocado en el lugar preciso la construcción poética se cae; pero, al mismo tiempo, tiene sensibilidad para que suene bien, para que se vea bien, y si se pudiera tocar el poema es decir si pudiera tener una dimensión más sería algo fantástico; así “Tambores Pluviales”, que en un inicio representó, como un juguete recién descubierto, se fue constituyendo en un desafío, en un proceso de experimentación; eran poco menos que improbables articulaciones, pero luego el libro se fue decantando hacia las figuras que prevalecieron, después de cada intención y ejecución, de manera general que, fuera de tener un edificio e ir de habitación en habitación, en la que se encontraran cosas nuevas cada vez. Eso no implicó que la estructura básica que podría llamarse antológica no se perdiera, ni que se sintiera que existe un recorrido por diferentes caminos poéticos, algunos amigos de la crítica sostienen que es una arquitectura verbal. De “Las Manos Vacías” su libro inicial, nos dice que “tuvo una génesis similar, pero donde el sujeto lírico se hizo con las fibras del alma”, asegura el poeta Julio Abelardo Luza.“Para la selección de los textos seguí dos criterios: el gráfico y el conceptual. El primero implica evaluar qué tan bien te ha ido en ese corpus dimensional que tiene todo poeta: de hacer imágenes con palabras. Se pueda pensar que la unidad de valor en la poesía es el poema, no la obra, porque hay poemas que identifican al poeta, por ejemplo “Los Heraldos Negros” nos hace pensar rápidamente en Vallejo o el “Poema veinte” en Neruda, pero el poeta se debe a su obra como una integridad, me refiero al texto completo de un libro. Lo mismo un poeta puede escribir muchos libros y lo identifica uno, como en el caso de García Márquez con Cien Años de Soledad, o Vargas Llosa con La Ciudad de los Perros, no siendo su obra cumbre. El segundo criterio pasa por ver de qué manera los poemas se apoyan entre sí de tal manera que se configura un cordón umbilical, una caja de resonancia que les permite potenciarse unos con otros”, reflexiona el autor.Las descripciones son el elemento básico del libro, y Julio Abelardo Luza Gironzini apela en ellas a todo su talento poético conjugando imágenes, metáforas y símiles con elaborados juegos verbales y un verdadero virtuosismo en el manejo de la retórica. Estas extensas y deslumbrantes descripciones mantienen siempre la frescura y el espíritu lúdico propio de la juventud de los liróforos celestes. Dicho de otro modo, Luza Gironzini recoge estas influencias espirituales, aparentemente contradictorias, para crear a partir de ellas una obra personal, original y valiosa. De la misma manera, sus poemas engarzan las dimensiones líricas, llenas de caligramas dedicadas a la vida y a la esperanza, pero escritos, esencialmente, con una luz poética distinta y renovadora. (Fernando Chuquipiunta Machaca)
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