Escribo sobre tu piel
OMAR ARAMAYO. LA LENGUA DEL DIABLO
OMAR ARAMAYO. LA LENGUA DEL DIABLO
Por: Federico García Hurtado
Omar acaba de presentar su último poemario que lo sitúa entre los grandes poetas nacionales. Pese a que pertenece literalmente hablando a la generación de los setenta, este poeta y escritor es un punto aparte y puede situarse entre los de mayor jerarquía entre los poetas de todas las generaciones. “Agua de los Montes” es el título de este libro donde el tropo y la metáfora se convierten en un reguero interminable de imágenes fosforescentes, a medio camino entre el sueño y la vigilia. El libro es una perpetua exaltación del amor y de complicidad con otros trashumantes escribas que transitan, con éxito, entre la cultura, el arte y la política. Veamos unas líneas de la recuperación de la identidad perdida en un libro primigenio que titulo “Los Dioses” donde aparece, soterrado entre imágenes que se remontan a los tiempos pretéritos cuando los creadores originarios estaban organizando el mundo a la imagen y semejanza de los inmortales:
“Cinco huevos hermosos refulgentes y terribles sin que ninguna palabra pudiera reflejar su tersura aparecieron en aquel tiempo cuando cambio la vida…”
No es necesario remontarnos a ese tiempo inmemorial para celebrar el amor como lo transmite el poeta, con un sentido casi lúdico semejante a la mayor tradición del género amatorio.
Omar acaba de presentar su último poemario que lo sitúa entre los grandes poetas nacionales. Pese a que pertenece literalmente hablando a la generación de los setenta, este poeta y escritor es un punto aparte y puede situarse entre los de mayor jerarquía entre los poetas de todas las generaciones. “Agua de los Montes” es el título de este libro donde el tropo y la metáfora se convierten en un reguero interminable de imágenes fosforescentes, a medio camino entre el sueño y la vigilia. El libro es una perpetua exaltación del amor y de complicidad con otros trashumantes escribas que transitan, con éxito, entre la cultura, el arte y la política. Veamos unas líneas de la recuperación de la identidad perdida en un libro primigenio que titulo “Los Dioses” donde aparece, soterrado entre imágenes que se remontan a los tiempos pretéritos cuando los creadores originarios estaban organizando el mundo a la imagen y semejanza de los inmortales:Omar acaba de presentar su último poemario que lo sitúa entre los grandes poetas nacionales. Pese a que pertenece literalmente hablando a la generación de los setenta, este poeta y escritor es un punto aparte y puede situarse entre los de mayor jerarquía entre los poetas de todas las generaciones. “Agua de los Montes” es el título de este libro donde el tropo y la metáfora se convierten en un reguero interminable de imágenes fosforescentes, a medio camino entre el sueño y la vigilia. El libro es una perpetua exaltación del amor y de complicidad con otros trashumantes escribas que transitan, con éxito, entre la cultura, el arte y la política. Veamos unas líneas de la recuperación de la identidad perdida en un libro primigenio que titulo “Los Dioses” donde aparece, soterrado entre imágenes que se remontan a los tiempos pretéritos cuando los creadores originarios estaban organizando el mundo a la imagen y semejanza de los inmortales:
“Cinco huevos hermosos refulgentes y terribles sin que ninguna palabra pudiera reflejar su tersura aparecieron en aquel tiempo cuando cambio la vida…”
No es necesario remontarnos a ese tiempo inmemorial para celebrar el amor como lo transmite el poeta, con un sentido casi lúdico semejante a la mayor tradición del género amatorio.
En el “Cantar de los Cantares del Rey Salomón”, cuyos versículos más preciados siguen pareciéndonos una provocación deliberada para cumplir el acto carnal con belleza y sabiduría, encontramos igual pulsión interior. Nosotros, los poetas y escritores de los sesentas, que asumimos la lucha de clases y el marxismo, éramos contradictorios con los “puristas” porque hilvanábamos nuestros poemas en medio de las bataholas que comenzaban a incendiar la pradera. Los poemas de Leoncio Bueno, Alejandro Romualdo, Demetrio Quiroz Malca o del propio Cholo Nieto, siguen siendo admirables igual que otros celebrantes del amor y la belleza como el Neruda de Los 20 poemas de amor… que dejó una huella imborrable en la poesía de todos los tiempos.
El libro que comentamos provoca igual exaltación de los sentimientos y del erotismo. Pruebas al canto: pocas veces la palabra “beso” que se repite con tonos multiformes y en todos los colores, ha sido capaz de transformar un simple ósculo en una sinfonía de registros múltiples, en un huayco cuyo torrente discurre como una catarata de agua clara. Veamos algunos ejemplos:
Te beso y no te beso
Pero te beso más.
Soy un buzo una burbuja un pez y
Te beso en el cuello y siento tu temblor de estambre.
El libro que comentamos provoca igual exaltación de los sentimientos y del erotismo. Pruebas al canto: pocas veces la palabra “beso” que se repite con tonos multiformes y en todos los colores, ha sido capaz de transformar un simple ósculo en una sinfonía de registros múltiples, en un huayco cuyo torrente discurre como una catarata de agua clara. Veamos algunos ejemplos:
Te beso y no te beso
Pero te beso más.
Soy un buzo una burbuja un pez y
Te beso en el cuello y siento tu temblor de estambre.
O este otro:
Fragancia pura
Infinita rosa que se deshoja en cada beso
Y cada vez que te beso es como si nunca te hubiera besado
Una sed que en vez de apagarse aviva el fuego
Te beso de menoría te conozco desde hace miles de años
Cuando fecundabas en la arcilla de universos que ya partieron
En las ventanas donde te acodas desnuda
Como un animal donde circulan miles de estrellas…
Infinita rosa que se deshoja en cada beso
Y cada vez que te beso es como si nunca te hubiera besado
Una sed que en vez de apagarse aviva el fuego
Te beso de menoría te conozco desde hace miles de años
Cuando fecundabas en la arcilla de universos que ya partieron
En las ventanas donde te acodas desnuda
Como un animal donde circulan miles de estrellas…
Y así, el libro de Omar Aramayo constituye una invitación a la lectura, no solo por la euritmia de sus textos sino por el deseo provocador de llevar el beso hasta una eternidad lindante con el desenfreno. Pocas veces se ha logrado una simbiosis de materia y energía capaz de expresar la carnalidad de una manera tan simple como bella.
El poeta puneño, émulo de Dante Nava, Gamaliel Churata y los hombres del grupo Orqopata y Rumi Maki, ha logrado romper, con este libro, la cerrazón que aun pende sobre los poetas que, escribieron en castellano, logran expresar sus urgencias amatorias en otras lenguas igualmente universales o ágrafas. La poesía es el lenguaje de los dioses como apunta en el proemio de “Los Dioses”, uno de sus primeros libros.
El poeta puneño, émulo de Dante Nava, Gamaliel Churata y los hombres del grupo Orqopata y Rumi Maki, ha logrado romper, con este libro, la cerrazón que aun pende sobre los poetas que, escribieron en castellano, logran expresar sus urgencias amatorias en otras lenguas igualmente universales o ágrafas. La poesía es el lenguaje de los dioses como apunta en el proemio de “Los Dioses”, uno de sus primeros libros.
Hay nombres, igualmente importantes para descifrar el lenguaje de los pájaros como este estallido de metáforas y sonidos, que el poeta Omar Aramayo, actual director del fondo editorial de una universidad peruana, logra convertir en un enigma resuelto. Soplo la pluma a quienes, con más versación que la mía, puedan comentar sus aciertos, pues yo solo soy un eqeqo andino que busca palabras simples para celebrar su escritura.
Vuelvo a recitar alguno de sus poemas, saboreando los besos impalpables que se lectura me provoca. Como estos:
Poseído por tu vientre de perlas y frutos marinos
por tus muslos de cuarto crecimiento
por el recuerdo de tus orgasmos
como una quemadura de cielo caracola hambrienta
Cicatriz de hidromiel fosforescente…
Así, hasta provocar una lúcida y permanente exaltación de los sentidos.
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Poseído por tu vientre de perlas y frutos marinos
por tus muslos de cuarto crecimiento
por el recuerdo de tus orgasmos
como una quemadura de cielo caracola hambrienta
Cicatriz de hidromiel fosforescente…
Así, hasta provocar una lúcida y permanente exaltación de los sentidos.
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