50 libros, una real fiesta de la palabra
José Luis Ayala en LOS ANDES 18ago13La edición de los 50 primeros libros de un total de 150, que se ha propuesto realizar la Universidad Nacional del Altiplano (U.N.A.), cuyo rector es el doctor Lucio Ávila Rojas, significa el inicio de una de las obras monumentales más importantes que hasta ahora se ha realizado en la historia de la cultura peruana. Aunque es verdad que todas las universidades publican muchos libros, la diferencia consiste en que el conjunto traduce un amplio criterio histórico, no sólo un carácter antológico sino que viene a ser una visión histórica totalizadora. Este hecho permite tener al lector por fin acceso a fuentes escritas básicas para entender mejor, una región con milenarias raíces en varias culturas como en las actuales quechua, aymara y reciente como impronta invasión hispana.
La Universidad Nacional del Altiplano de Puno, por especial decisión del doctor Lucio Ávila Rojas, cumple de ese modo con una paradigmática labor que le corresponde al Estado Peruano. En otras palabras, frente a la carencia de un programa de ediciones que debe estar a cargo del Ministerio de Cultura, la U.N.A., de Puno, asume esa responsabilidad que todavía no se entiende bien su significado y trascendencia. Entonces, hay que darle tiempo al tiempo porque no es fácil leer en pocos meses tantos libros. Después vendrá el verdadero reconocimiento de un pueblo agradecido por la labor que significa, una extraordinaria fiesta de la palabra.
Pero el solo hecho de editar los primeros 50 libros, significa primero que las nuevas generaciones de estudiantes, investigadores sociales, académicos, escritores, etc., etc., contarán con fuentes autorizadas y confiables para realizar estudios analíticos. Los estudiantes también podrán acudir a fuentes directas para una adecuada formación académica. La U.N.A., contribuye así además con la necesidad de tener a la vista libros que eran inhallables o que sólo poseían algunos lectores privilegiados. La política cultural y la política para la cultura en el Perú, está en manos de comerciantes y del poder mediático, de mercaderes de la impostura y la mentira. Los dueños de los medios de incomunicación masiva fomentan a diario una subcultura, una expresión animalizante y alienante. Todo comentario sobre la auténtica cultura peruana, tiene estrictas restricciones como prohibiciones expresas, sólo para complacer a los poderes fácticos que son los que realmente gobiernan al Perú a su libre albedrío y en relación a sus intereses mercantilistas.
Un aspecto importante es que el conjunto de los textos editados, no provengan solamente desde más o menos los últimos 50 años de la cultura puneña. Sino que se ha tomado en cuenta a las más antiguas referencias históricas, informes y crónicas hispanas. Por ejemplo: Antología de crónicas sobre el Collao (1539-1720) y la Visita hecha a la provincia de Chucuito (1565) por Garcí Diez de San Miguel. A lo que es preciso adicionar la Monografía del departamento de Puno de Emilio Romero; Cambios en Puno de Francios Bourricaud; Puno histórico de Alfonso Torres Luna y Escuela nueva e higiene mental de José Antonio Encinas.
Independientemente y más allá del valor literario e histórico que cada libro tiene o representa por separado, es un acierto sin precedentes haber incluido las ediciones facsimilares de dos textos fundamentales: El Pez de oro de Gamaliel Churata y el Vocabulario de la lengua aymara de Ludovico Bertonio. Debido a los numerosos estudios con los que ahora contamos, está demostrado que Churata es uno de los escritores precursores más importantes de América Latina. Por eso, era imprescindible una edición facsimilar para ir a la fuente y tener una información inequívoca, certera como ineludible. Ahora se podrá comparar textos de crítica que se han publicado y algo esencial: leer directamente para una decodificación analítica. Pero al mismo tiempo, revalorar todo cuanto hasta ahora se ha escrito en torno a un libro que, francamente recién se empieza leer con un distinto criterio a lo que se llamaba despectivamente literatura indigenista.
Independientemente y más allá del valor literario e histórico que cada libro tiene o representa por separado, es un acierto sin precedentes haber incluido las ediciones facsimilares de dos textos fundamentales: El Pez de oro de Gamaliel Churata y el Vocabulario de la lengua aymara de Ludovico Bertonio. Debido a los numerosos estudios con los que ahora contamos, está demostrado que Churata es uno de los escritores precursores más importantes de América Latina. Por eso, era imprescindible una edición facsimilar para ir a la fuente y tener una información inequívoca, certera como ineludible. Ahora se podrá comparar textos de crítica que se han publicado y algo esencial: leer directamente para una decodificación analítica. Pero al mismo tiempo, revalorar todo cuanto hasta ahora se ha escrito en torno a un libro que, francamente recién se empieza leer con un distinto criterio a lo que se llamaba despectivamente literatura indigenista.
Cuando publicamos El pez de oro, edición auspiciada por CORPUNO (Editorial Universo, Lima) en 1987, fue en Puno donde recibimos los comentarios más atroces, los ataques arteros, torpes, sibilinos y llenos de envidia. ¿A qué se debe ese hecho? Dejemos el análisis a los nuevos científicos sociales, ellos sabrán explicar lo que sucede desde los predios de una mentalidad obtusa, aldeana, estrecha y llena de frustraciones irredimibles. Esa edición tiene una absoluta coherencia con la que corresponde a la Editorial Canata de La Paz (Bolivia) realizada en 1957.
No puede haber referencias filológicas, lingüísticas, históricas y menos si se trata de cimentar una educación con una identidad plural, sino se cuenta con prístinos documentos de nuestros idiomas esenciales. Menos ahora que se discute la necesidad de implementar una educación descolonizante para que las futuras generaciones hispano-quechua-aymaras, no sólo aprendan a leer y escribir, sino que tengan una clara conciencia social del rol histórico que le toca realizar. La edición facsimilar de la obra de Ludovico Bertonio, servirá para un trabajo de educación intercultural liberadora, cuyo proceso deberá estar destinado a formar la conciencia crítica de los educandos, para que ellos transformen la realidad a través de un sistemático acceso al poder.
En todo este maravilloso como fecundo trabajo aparece el talento y cultura de José Luis Velásquez Garambel, responsable de la edición y coordinación. Se trata sin duda no sólo de un trabajo de búsqueda de libros, lecturas, análisis y de un adecuado criterio de selección, sino que además es posible aseverar que así, una vez más, se manifiesta el esplendor y plenitud de su talento. Todavía hay mucho que esperar de él por tratarse de un investigador joven y bien dotado, de un docente inteligente y culto, de un auténtico defensor de una pluralidad ideológica que abarca muchas disciplinas. Jorge Flórez-Áybar en su condición de presidente de la comisión, ha cumplido con creces una labor encomiable.
La estrechez del espacio no permite hacer un comentario crítico a cada libro y menos mencionar a todos los autores puneños. Sin embrago, no se puede dejar de mencionar el acertado criterio de haber incluido a destacados puneñistas como: Antonio Rengifo, Juan José Vega, Atilio Sivirichi, Arturo Vilchis Cedillo, Ulises Juan Zevallos, Miguel Ángel Huamán y sin duda a Ricardo Badini con una segunda edición de Resurrección de los muertos de Churata. Sería grave no mencionar a autores de valiosos textos como Federico More, José Portugal Catacora, Mateo Jaika, Emilio Armaza, Emilio Vásquez, Carlos Oquendo de Amat, Alberto Mostajo, Luis de Rodrigo, Alejandro Peralta, Lizandro Luna, Carlos Dante Nava y Julio Samuel Miranda Flores. Luis Urviola Montesinos, Walter Paz Quispe Santos, Alfredo Herrera Flores, Boris Espezúa, Andrés Choquehuanca Huanca, Vicente Alanoca, Feliciano Padilla, Zelideth Chávez Cuentas y Pío Mamani Chambi como compilador.
En fin, si alguna vez se tratara de editar a otros libros sería loable tener cuenta a Juan Polo de Ondegardo y Zárate, quien en 1559 fue el primer cronista en hablar de la nación aymara. Alonso Ramos Gavilán y Diego Torres Rubio. A José Domingo Choquehuanca, Juan Bustamante Dueñas, José Frisancho Macedo, Hernán Amat Olazábal, Augusto Ramos Zambrano, Jorge Mariano Cáceres-Olazo Monroy y Teobaldo Loayza O’bando. Ojalá se publicara la tesis de Francisco Pastor, en base a la cual José Carlos Mariátegui escribió su ensayo acerca de la realidad agraria, tal como lo demostramos en el libro que escribimos sobre el ensayista más importante del Perú.
Faltaría agregar textos de Ernesto More, Mariano H. Cornejo y trabajos de Enrique Cuentas Ormachea. Los inéditos de Emilio Vásquez, Ricardo Arbulú Vargas, Honorio Vásquez Mestas, Mario Franco Inojosa, Alberto Parodi Isolabella, Eustaquio Aweranka, Aurelio Martínez, Mateo Jaika, Manuel A. Quiroga y Mílida Castillo. Mientras tanto, es urgente leer todos los libros, analizarlos y aprender mucho. Pero también hay aquellos que no se leerán ni trascenderán. En ese sentido, hay que dejar que el tiempo se encargue de señalar lo mejor porque es el mejor crítico y juez, él le dará a cada autor el lugar que le corresponde. Los más hermosos ejemplos de reivindicación absoluta son Juan Bustamante, Gamaliel Churata, Carlos Oquendo de Amat y Alberto Mostajo. Ellos han regresado del fondo de la discriminación, de la concepción coloniedad, del zócalo del tiempo lineal, del averno literario, del fuego de una crítica racista y adversa. Pero también desde el canon oficial y el olvido que tarde o temprano son siempre vencidos, inevitablemente derrotados.
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