MAESTRAS DE ALTURA
Cuatro tejedoras puneñas viajaron recientemente a España para demostrar ante posibles compradores sus habilidades con la lana de alpaca. Eta es su historia
JULIO ESCALANTE ROJAS
Suplemento ECONOMIA de EL COMERCIO. 4 de mayo 2013 p. B12
Doce horas y 18 minutos tomó el vuelo de Madrid a Lima. Gloria Acero fue llevando la cuenta mientras estaba en el avión con sus compañeras tejedoras Nancy y Martha Ticona, y Deomila Candia. Ellas viven en Puno y estuvieron durante diez días en España, gracias a un programa del movimiento Manuela Ramos —financiado por la Unión Europea— que quiere vincularlas con compradores del extranjero. Además de demostrar sus capacidades en el tejido en un instituto de diseño de modas y de ver a los hinchas del Real Madrid y del Barcelona lamentarse por su eliminación de la Champion League, ellas supieron por primera vez que el tejido también podía servir como un arma de protesta.
En España, ellas conocieron al grupo Punto Subversivo y otros más que se juntan para tejer en una plaza o un parque y así llaman la atención sobre algunos problemas económicos y sociales, o resuelven algunas necesidades de una comunidad. En Toledo y Madrid, las cuatro tejedoras (a quienes todos llaman La Manuelas) cumplieron diversas actividades en las calles. Con el grupo, esto es una Plaza, en una mañana muy fría, aprendieron a tejer con plástico un toldo para proteger estación de bicicletas de un parque. En Peseta hicieron banderines con lana de alpaca para adornar una calle, y en el mercado de San Fernando, en Madrid, tejieron una faja para rodear una columna. En todos esos lugares contaban cómo vivían y como era su trabajo diario Puno. Y eso es quizá que más les gustó del viaje: no ver todo con ojos de turista.
Punto de partida Nancy Ticona tiene 46 años y vive con sus tres hijos en el distrito de Pilcuyo, en El Collao (Puno). A los 18 años aprendió a tejer la lana de alpaca y al inicio hacía solo prendas para el uso de su familia. Luego comenzó a vender a los vecinos y en algunas ferias locales chompas, gorras, ropas y zapatos tejidos para niños.
Pero fue con la capacitación del programa del movimiento Manuela Ramos que se volvió una experta en tejer muñecos con palitos. Es así como sus productos han podido conseguir clientes en el exterior. Y también le enseñaron a hacer un presupuesto y a definir sus costos de producción.
Deomila Candia y su grupo tienen una tienda en Juli y así llegan directamente a los turistas que visitan la zona. Martha Ticona y Gloria Acero se han dedicado desde niñas a la crianza de alpacas y continúan produciendo. En el camino, todas aprendieron a tejer.
Tejer siempre es una labor colectiva. Cuando el grupo de Nancy Ticona, formado por 15 tejedoras, recibe un pedido, se suelen repartirla tarea entre todas. Cuando a alguien le hace falta dinero, le dice al resto que por esta vez puede tejer más. Por un pequeño muñeco tejido se puede obtener S/.3,5. A veces les alcanza, a veces no.
Tejer es una labor complementaria a las actividades del campo, aunque muchas veces se cosecha solo para el consumo de la casa. Es complementaria también al sueldo de los esposos, pero hace que ellas puedan decidir qué hacer con lo ganado. Desde comprarse un helado en la feria de los domingos, hasta cubrir urgencias de salud. "Cuando puedo, lo que hago es comprarme zapatos”, dice Nancy. Tejer empodera a las mujeres. Nacidas en un entorno machista, muchas de ellas han aprendido a fortalecer su autoestima tejiendo y sumando a sus hijos en la tarea. Sin embargo, otras aún tejen a escondidas de sus esposos. Cuando nadie las ve.
El regreso
En España, Las Manuelas pudieron demostrar sus capacidades en el tejido frente al diseñador Gonzalo Fonseca, creador de la marca de los accesorios Steve Mono, que se vende en tiendas de lujo de 15 países. El les propuso hacer una corbata, una cuellera y mitones de alpaca. Y quedó muy satisfecho con el resultado.
Entonces Nancy, Gloria, Deomila y Martha han vuelto con un pedido para confeccionar 300 piezas para Steve Mono que deberán estar listas para la colección que se lanza en setiembre. Más de 120 mujeres puneñas estarán empeñadas en eso.
Durante este viaje su tejido ha sido reconocido por la historia que está detrás. Una historia que comienza con cuatro mujeres que a más de tres mil metros de altura asumieron que el arte estaba en sus manos.
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